El perdón de los pecados



Isaías: 1:18

Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueron como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

Muchas veces, le fallamos a Dios y nos apartamos de él. Decidimos no buscarle más creyendo que no merecemos su perdón. Es cierto, no merecemos su perdón, pero el Señor es misericordio para con nosotros, ya que nos ha amado tanto. El enemigo, lo que quiere es que nos alejemos de él, por eso comienza a tirarnos esos dardos, para que no volvamos a él. La solución es la contraría, es tener un corazón contristo y humillado, acercarnos a él, pedir perdón y alejarnos del pecado. Aunque es difícil para nuestra mente humana, el Señor puede restaurarnos y levantarnos con poder.Su sangre ha sido derramada para limpiar todo pecado y dejar blancas nuestras vestiduras. Lo mejor todo es que esa sangre, puede limpiar nuestras consiencias, quitando todo sentimiento de culpa. El Señor tampoco recordará jamás cuanto le fallaste. No dejes que la culpa te siga alejando más de Dios, al contrario, acércate con fe. No con la idea de que volverás a caer. Acércate con la idea y con la fe de que podrás levantarte ya que el Señor te restaurará.

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